Mateo 5:5 “Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad.”
Padre Celestial, te damos gracias por la persona que ahora está atendiendo a la lectura de la palabra, y compartiendo en esta hora, la revelación que nos has hecho mediante el análisis de tus dictados. Permite también, que las ideas que integran el texto, promuevan maravillosamente la satisfacción de necesidades personales de alimento espiritual, que incentivan al cambio.
Amados, la paz del Señor este con todos, vamos hoy a nutrirnos de una importante palabra contenida en el sermón de la montaña, que va dirigida sobre todo a aquellas comunidades o grupo de personas que están experimentando dificultades, pasando por crisis, e intentan generar cambios mediante la violencia, ciertamente somos llamados por Dios a ser activos pero desde un punto de vista racional, desde el amor y la mansedumbre, con esto no nos referimos a perder en nuestras luchas individuales sino a convertirnos en mas analíticos, pacificar las situaciones, resolver mediante la mediación de las causas y dejando con nuestros procederes una gran enseñanza al prójimo. En este versículo, se habla de la felicidad que obtendrán los mansos, ósea, el gozo de aquellos que manteniéndose firmes en la palabra de Dios pueden resolver en equilibrio y sin violencia física o verbal incluso en medio de la injusticia, porque nosotros debemos ser pacificadores en toda circunstancia, esta conducta de mansedumbre nos hace ser semejantes a Jesús. Independientemente de la situación que estemos viviendo, tenemos que ser pacificadores. Mansos y humildes porque Dios tiene una herencia para nosotros.
OREMOS:
Padre de amor, ayúdanos a ser mansos, pacificadores, ciertamente existen momentos en que perdemos el equilibrio emocional y por causa de ataques del enemigo nos alteramos pudiendo actuar de forma violenta, pero te pedimos en este momento que nos sanes de todos esos males, nos otorgues sabiduría mediante tu palabra para ser mejores siervos y alcanzar tus dadivas en el tiempo previsto por ti. Así pedimos, en nombre de Jesucristo tu hijo, en nombre de quien todo lo concedes.
Amen