19 de Noviembre: Intolerable a la injusticia

Salmos 58:1 “Oh congregación, ¿pronunciáis en verdad justicia?  ¿Juzgáis rectamente, hijos de los hombres?  ¨

 

 

 

Amados, que la bendición siempre esté presente en nuestras vidas y que seamos cumplidos con todos los mandatos de Dios. Feliz Día, las misericordias de Dios se han renovado, con ellas nuestras vidas y la oportunidad de reunirnos nuevamente a meditar, analizar y compartir sobre esta palabra de Dios que nos provee de alimento espiritual y nos otorga la posibilidad de compartir un mensaje de amor y esperanza ante un mundo que carece de ella.

 

 

David está indignado en todo este capítulo, los pedidos que hace parecen medio violentos para un Cristiano, aquellos que sufren diversos tipos de violencia o injusticia pueden entender esta situación de intolerancia legitima y sincera de una víctima indefensa que clama por intervención divina, observemos las palabras que David usa al decir: Sean destruidos, aquellos que me destruyen. Pero no malinterpretemos, eso no es una apología a la violencia ni un incentivo a la ira, pero ciertamente es mejor pedir a Dios eso, que intentar hacer justicia con las propias manos, por eso queda el consejo para un grupo especial, conformado por magistrados, jueces de derecho, funcionarios públicos de rama judicial o legislativa, sepamos que Dios nos mira atentamente y allá en el tribunal divino, todos seremos juzgados por nuestras acciones, por eso no hagamos mal porque la mano de Dios va a pesar sobre quien obraré mal, tengamos cuidado porque en el futuro Dios no responderá al clamor de aquel que no se arrepintió, hay un Dios en el cielo, un Dios que juzga todo lo que ocurre en la tierra, un Dios que recompensara al justo y destruirá al impío, y si buscamos la justicia Dios va a recompensarnos, nos usara como una maravillosa influencia para el bien de la sociedad, además de investirnos con la corona de la justicia cuando Cristo vuelva, por eso no nos olvidemos de cumplir las leyes, procedamos de manera correcta en todas las áreas, hagamos bien al prójimo sin importar si es rico o pobre, y seremos recompensados en su debido momento.

 

 

OREMOS:

 

Padre querido, ayúdanos a cumplir con tus mandatos, a mejorar continuamente en el camino a la salvación, queremos glorificarte con nuestros actos. Contribuye con nosotros. Es nuestra oración hoy, que hacemos en nombre de Jesucristo tu hijo, en nombre de quien todo lo concedes.

 

Amen.

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