03 de Abril: ¿A quién pertenece el reino de Dios?

Mateo 18:3 “y dijo: De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos. “ 

 

 

 

 

Amados, que la bendición siempre esté presente en nuestras vidas y que seamos cumplidos con todos los mandatos de Dios. Feliz Día, es una alegría poder reunirnos nuevamente para compartir un par de versos sobre la palabra de Dios, eso hará un bien tremendo para nuestra vida Espiritual, como el conocimiento del mensaje de salvación nos causa sentimientos cargados de esperanza y motivación, vamos a compartir este material con nuestro prójimo, y así llegar a más personas y lugares, pero lo más importante es que pongamos en práctica todos estos mandatos de Dios en nuestras vidas.

 

 

Los discípulos fueron hasta Jesús con una pregunta, ¨¿Quién es el mayor en el reino de los cielos?¨, y desde que el mundo es mundo las personas se han preocupado por tener una posición de honra, todo el mundo busca valorización, todo el mundo quiere destacarse, quiere ser admirado por alguna cosa, quieren que se les lance confeti y bambalinas al caminar, que la lluvia de halagos caiga sobre ellos, ser admirados por aquellos que están alrededor, las personas en su interior anhelan escuchar cosas como: ¨Reconozco tu labor, y es maravillosa, realmente me encanta todo lo que haces¨ o ¨Gracias, eres inteligente, habilidoso, buena persona, sin duda una bendición para el planeta¨. Los discípulos anhelaban una respuesta así, ligada a algún supuesto merito, quizá ellos esperaban oír que el mayor en el reino de los cielos seria quien hubiera hecho mayores donaciones financieras, hubiera pasado más tiempo orando en el templo, y alguna cosa relacionada a eso, pero para sorpresa de todos Jesús llama a un niño y lo coloca en medio de los discípulos, y pronuncia las palabras que se encuentran en el verso bíblico, lo interesante es que al colocar a ese niño en el medio, Jesús dice: ¨Aquel que es humilde como este niño es el mayor en el reino de los cielos¨ si alguna vez nos detuvimos a analizar este texto, percibiremos que todos nosotros fuimos niños alguna vez, y por eso conocemos la inocencia de ellos, ciertamente en algún momento de nuestra infancia seguro tuvimos algún amiguito o hasta un hermano que nos hizo llorar, pero ¿Cuánto tiempo duro este sufrimiento o rencor?, posiblemente pasaron un par de minutos y nos encontramos jugando nuevamente con la persona sin ni recordar lo que había ocurrido, si era así en la infancia porque sabíamos perdonar,  y hacerlo de manera simple, es más ni siquiera guardábamos rencor, diferente de la vida adulta, los niños en general saben perdonar, no tienen dificultad con eso, no tienen prejuicios, ellas no tienen ambiciones, no guardan rencores, Jesús no estaba diciendo que los adultos debían tornarse infantiles, pero que debían buscar la humildad que un día perdieron cuando la ambición de esta tierra toco la puerta del corazón, eso es lo que Jesús estaba enseñando, otro detalle interesante que podemos entender en este texto, es que los niños, ellos confían en sus padres, ellas se alegran con lo poco,  y se entristecen cuando ven el sufrimiento en los ojos de otra persona, ese es nuestro desafío de hoy, amar como niños, es perdonar como ellas lo hacen, es confiar en nuestro padre celeste, como ellas confían en el padre terrenal, inclusive en medio de las dificultades, ese será nuestro desafío mañana, y todos los días de nuestra vida, hasta que Jesús vuelva, que en el día de hoy nuestra oración sea: ¨ Padre Celestial, conviértenos en puros y sinceros como niños, que podamos amar a nuestro prójimo y confiamos en ti en medio de la tempestad ¨,  vamos a orar.

 

 

OREMOS:

 

Padre querido, otórganos hoy la humildad y la simplicidad de un infante, reaviva en nosotros ese Espíritu, pues alguna vez fuimos niños, permítenos aproximarnos a ti con toda fe, y ayúdanos a perdonar y a olvidar las cosas malas que las personas nos hacen, y también a pedir perdón cuando dañemos a alguien, porque de ese modo entraremos a tu reino, queremos cumplir tu voluntad y ser siervos agradables a ti. Es nuestra oración hoy, que hacemos en nombre de Jesucristo tu hijo, en nombre de quien todo lo concedes.

 

Amen.

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