Juan 1:11-12 ¨ A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron.¨ – ¨ Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios;¨
La paz de Dios sea con todos. Como siempre esperando que todos estemos listos para las reflexiones del texto bíblico, estamos deseando que muchas personas puedan ser beneficiadas por este tipo de materiales, por eso sufrimos que sean compartidos estos materiales, para lograr amenizar la vida de todos. Este es un habito recomendable y que nos permite mantener el enfoque en la cosas de Dios. Recordemos la enseñanza de Jesús, prevista en el versículo Mateo 6:33.
La biblia nos enseña que Cristo vino en búsqueda de la humanidad perdida y para eso él se hizo carne y habito entre nosotros, así como un santuario fue construido para que Dios habitase con su pueblo en los días de Moisés, Cristo vino para ser Dios con nosotros, en las palabras de Juan el verbo se hizo carne y habito entre nosotros, armo su tienda entre nosotros, esa puede ser una buena traducción, el texto nos habla de dos tipos de personas, primero, habla de las personas que no lo recibieron cuando el anduvo en el mundo, predicando, curando y enseñando, eran sus hijos, criaturas suyas, de sus manos, pero no lo recibieron, esas personas rechazaron sus enseñanzas, su sacrificio, y también su muerte en la cruz, rn otras palabras rechazaron la dadiva de la salvación eterna, vieron a Dios pero no lo reconocieron, escucharon su voz pero no lo entendieron, se encontraron con la vida y no la recibieron, pero el texto también habla de aquellos que lo recibieron, y esos que recibieron a Jesús como Señor y Salvador, ellos tendrán vida eterna, a estas personas Dios les dio el poder de ser hechos hijos de Dios, la palabra utilizada aquí para poder, tiene un significado de derecho adquirido, eso quiere decir que todos los que creen en nombre de Jesús y los que lo reciben como Señor y Salvador, tienen derecho adquirido de ser hechos hijos e hijas de Dios, cuando aceptamos a Jesus como nuestro Señor y Salvador, podemos tener certeza de que nuestros pecados serán perdonados y somos recibidos nuevamente en la familia celestial, Cristo nos garantiza a todos, la entrada en la ciudad celestial, para vivir eternamente en su presencia, la pregunta de hoy es, ¿Cuál camino queremos escoger, El de la vida o de la muerte. Queremos aceptar o rechazar?. Lo importante es que tomemos la decisión correcta, y hagamos la mejor elección.
OREMOS:
Padre Celestial, queremos que nuestro corazón sea tuyo, diferente de los Judíos en los tiempos de Cristo, que no lo reconocieron ni lo recibieron, queremos reconocerte como rey de reyes y señor de señores, y queremos recibirte como nuestro salvador personal. Ayúdanos siempre. Así pedimos, en nombre de Jesucristo.
Amén