349 Jesús no vino para condenar, vino a salvar

Juan 8:10-11 ¨ Enderezándose Jesús, y no viendo a nadie sino a la mujer, le dijo: Mujer, ¿dónde están aquellos que te acusaban? ¿Ninguno te condenó? Ella dijo: Ninguno, Señor. Entonces le dijo Jesús: Tampoco yo te condeno; vete, y no peques ya más.¨

 

Que la paz de Dios sea con todos. Así, saludaba Jesús, y así, nos saludamos nosotros, para recordar que Dios nos ama, y que somos amados por él, por tanto no debemos preocuparnos por nada más, que obedecer a sus mandatos. Compartamos este material, como lo establece Marcos 16:15, y sigamos siendo instrumento de bendición para el prójimo.

 

 

En este texto, Jesús conversa con un mujer que fue flagrada en adulterio, los enemigos de Jesús quisieron colocarle una trampa para acusarlo de que él estaba incitando a la desobediencia del ordenamiento social que estaba siento seguido en aquellos tiempos, entonces, ellos concedieron a Jesús la capacidad para decidir sobre ese caso en específico, entonces le preguntaron sobre si debían apedrearla o dejarla libre, y por un momento, Jesús escribió en el suelo algunas palabras, las cuales muchos estudiosos sostienen que se referían a los pecados de la humanidad, y acto seguido les contesto a quienes le hicieron la pregunta ¨Quien esté libre de pecado, que tire la primera piedra¨, estas palabras eran una invitación a todos los acusadores a que se auto analizaran en su interior, y, evaluaran su comportamiento, debido a que todos cometemos pecados. Al final de la escena, la mujer resulto, libre, y, perdonada, pero se fue con una obligación. La cual era abandonar de raíz el pecado, y hacer el bien. Con nosotros ocurre algo similar, es posible que hayamos ya cometido pecados, es seguro que muchas personas nos juzgan, pero, es real que ellos no tienen capacidad para juzgarnos, pues ellos también han pecado alguna vez, lo que debemos hacer es abandonar de raíz el pecado, para obtener perdón, a partir de nuestro buen comportamiento.

 

 

OREMOS:

 

Padre Adorado, alabado sea tu nombre, gracias por amarnos tanto, y enseñarnos con tus historias, la importancia de mantener una vida de comunión contigo, abandonando de raíz el pecado, y desarrollando actos que sean congruentes con el cumplimiento de tus mandatos. Cuídanos siempre. Peticiones que hacemos en nombre de Jesucristo.

 

Amén

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