Santiago 3:4-5 ¨Mirad también las naves; aunque tan grandes, y llevadas de impetuosos vientos, son gobernadas con un muy pequeño timón por donde el que las gobierna quiere.¨ – ¨Así también la lengua es un miembro pequeño, pero se jacta de grandes cosas. He aquí, !!cuán grande bosque enciende un pequeño fuego!¨
Dios padre, en esta hora sentimos la necesidad de compartir tu palabra, la cual nos renueva en la fe, alimenta nuestra sabiduría y entre tantos beneficios, esparce tu mensaje con la finalidad de cumplir la función evangelizadora de tu obra. Todo para alabarte y glorificarte. Igualmente te agradecemos por la vida de nuestros hermanos que están contribuyendo a esparcir tu palabra compartiendo estos mensajes bendecidos por ti en las redes sociales. También te agradecemos por haber escuchado nuestras oraciones en la intersección por la sanación de los problemas de quienes nos lo han solicitado.
Amados, que la paz del Señor esté con todos y seamos siempre bendecidos. A lo largo del ministerio nos hemos encontrado muchas veces con esta palabra, debido a que en el medio cristiano hay una realidad que no necesita anteojos, es el chisme, la calumnia, y otros vicios ocasionados por la mala utilización de la expresión. En su libro Santiago nos hace una amonestación valedera en estos días, porque hay pequeñas cosas que hacen gran diferencia en la vida de las personas, así como una chispa puede causar un incendio en una gran extensión de sabana, nuestras palabras pueden destruir vidas, llevar a personas a la depresión y causar diversos males, por esta razón debemos controlar nuestra lengua, nuestras expresiones, porque las palabras son como clavos que penetran madera, asi tu los remuevas dejan marcas imborrables, pero también la lengua, la palabra, la expresividad puede ser un instrumento de bendición, puedes motivar, alegrar, alentar y muchas cosas positivas con la correcta utilización de las palabras, un ejemplo que está a la vista y podemos notar es como la palabra bíblica ha producido cambios en las vidas de las personas, que un dia estaban en pecado y al otro han cambiado sus vidas de agua para vino. Lo interesante de todo es que cuando empezamos a mejorar nuestros hábitos comunicacionales, empleando palabras de positivismo, las personas empiezan a vernos como individuos agradables, en los cuales se muestra la presencia de Dios en sus vidas. Tomemos un par de reglas, primero: Si solo tenemos cosas negativas para decir mejor quedemos callados. Segundo, si ocurre algo negativo, saquemos los puntos positivos de ese hecho a relucir. Como siempre acompañamos aquí de una dinámica experimental de quince días para generar un hábito de expresividad positiva, en todas las interacciones que tengamos en estos quince días apliquemos las reglas mencionadas, mencionemos siempre palabras de bendición, tratemos de anotar en una libreta la puntuación diaria, utilizando la escala del uno al diez para medir el grado de positivismo que tuvimos en nuestras interacciones. Al final de los quince días valoremos esas anotaciones, en un balance general. Ese reto es bonito, y nos alentará a querer continuar mejorando y como consecuencia queremos intentarlo quince días más, hasta que lleguemos al punto deseado. Intentemos, solo cosas buenas vendrán de ello.
OREMOS:
Dios Amado, colocamos nuestras vidas en tus manos, ayúdanos a valorar cada vez más a la mujer dentro de la sociedad, a darles un trato lleno de cariño, comprensión y respeto, condúcenos a cumplir tu voluntad y ser siervos agradables a ti. Peticiones que hacemos en nombre de Jesucristo, tu hijo en nombre de quien todo lo concedes.
Amen