24 de Noviembre: De Dios es todo

Salmos 24:1  “De Jehová es la tierra y su plenitud; El mundo, y los que en él habitan.  “

 

 

Amados, que la bendición siempre esté presente en nuestras vidas y que seamos cumplidos con todos los mandatos de Dios. Feliz Día, El clima aquí esta excelente, aunque frio o caliente, lo mejor es que podemos estar este momento estudiando la palabra de Dios, que contiene expresiones de amor, que un Padre que desea lo mejor para sus hijos, otorga con el fin de brindar la guía adecuada para que obtengamos bendición en abundancia.

 

 

 

Dios es soberano sobre el hombre y el planeta, porque Dios es el creador, hasta el pecado entro en el mundo, era natural para el ser humano reconocer esa soberanía, y la vida humana vivió para glorificar a su creador, pero el pecado cambio el curso natural, y el hombre ahora quiere ser su propio soberano, gobernarse y desgobernarse, así mismo. Cuando el salmista dice: “Al Señor pertenece la tierra”, notemos que ese verso esclarece que el planeta y todo lo que el contiene pertenece a Dios, y la segunda parte de este versículo define a la primera, indicando que los habitantes también pertenecen al Señor, el Apóstol Pablo concuerda con esa idea al afirmar que no somos de nosotros mismos, pero que nuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, seguro muchos conozcan ese versículo. El amor supremo de Dios es revelado cuando siendo soberano, el nos ofrece el libre albedrío. La salvación y la soberanía de Dios en nuestras vidas, dependen de una elección, tenemos que reconocer y querer a Dios, y en este punto entra la lucha de las dos naturalezas, la naturaleza carnal y la naturaleza espiritual, entonces aquí se valora si seremos dominados por la carne o por el espíritu, allí la soberanía de Dios tiene que ver con nuestro conocimiento sobre el, y el reconocimiento de lo que él hace por nosotros, y la salvación depende de nuestra elección, a elección de hacer de Dios el Señor de nuestras vidas, nuestra elección debe ser mirar a las cosas de Dios y aceptar a Jesús como nuestro Salvador personal.

 

 

OREMOS:

 

Padre querido, alabado sea tu nombre porque eres el soberano de nuestras vidas, te exaltamos y glorificamos, continua guiando nuestras vidas a la abundante bendición. Es nuestra oración hoy, que hacemos en nombre de Jesucristo tu hijo, en nombre de quien todo lo concedes.

 

Amen.

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