2 Reyes 5:1 “Naamán, general del ejército del rey de Siria, era varón grande delante de su señor, y lo tenía en alta estima, porque por medio de él había dado Jehová salvación a Siria. Era este hombre valeroso en extremo, pero leproso.”
Amados, que el Señor nos bendiga y su paz este con todos. Las misericordias de Dios se renuevan cada día y para poder ser entidades receptoras de tal bendición debemos posicionarnos, tomemos la costumbre de todas las mañanas sistemáticamente reunirnos junto a la palabra de Dios y reflexionar sobre sus pasajes.
Posiblemente ya hemos tenido la percepción al mirar hacia alguna celebridad de que en la vida de ella no existe ningún problema, en ocasiones las deudas, inconvenientes y carencias son cosas comunes que le tocan la puerta a las personas para todos los días levantarse y trabajar, pero en el texto de hoy vemos una realidad diferente, nosotros tenemos a una gran celebridad, respetada, este sujeto era Naamán, considerado por el rey de Siria, la cual en aquellos tiempos era el mayor imperio del mundo, solo que en lugar de cargar una medalla en su pecho de honor al mérito, ese poderoso comandante del ejército cargaba en su carne la lepra, la cual era la enfermedad más temida de aquella época, solo para entender la implicación física de la lepra, ella provocaba manchas en la región alcanzada, picazón, perdida de la sensibilidad y dependiendo de la situación, pérdida total o parcial del miembro alcanzado o parte corporal afectada, emocionalmente hablando la persona con lepra era aislada del convivir social, por motivo de la alta transmisibilidad de esta enfermedad, ahora en el plano espiritual el leproso era alguien considerado impuro, un gran pecador castigado por Dios, por lo menos esa era creencia popular en aquella época, entonces podemos percibir lo terrible que era ser atacado por esta enfermedad, la cual no hacia distinción de clases sociales, pero es necesario saber que en ocasiones nosotros sufrimos dolores que pueden ser peores que la lepra, todos nosotros somos atacados en una guerra espiritual, entre el bien y el mal, ella causa dolores, sensibilidades, desconfort, aislamiento social, quien se deja dominar por el orgullo declara que esta apartado de Dios, eso no es bueno. La cura de Naamán, tanto física como espiritual fue confiar en Dios y de ese modo el fue curado, por eso aceptemos hoy el poder de Dios actuando en nuestras vidas, vamos a sumergirnos en la búsqueda de Dios, para así poder alcanzar la sanación de todo aquello que nos afecta.
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OREMOS:
Padre de amor, ayúdanos hoy a ser sanados por ti, a que podamos sumergirnos en tu búsqueda, a que podamos hacer tu voluntad del modo en el cual lo has previsto. Peticiones que hacemos en nombre de Jesucristo, tu hijo en nombre de quien todo lo concedes.
Amen