09 de Octubre: El abogado

1 Juan 2:1 ¨ Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo. ¨

Amados, que Dios alcance nuestros corazones en este momento y que la buena obra que inició en nuestras vidas pueda ser completada. El sol comenzó a brillar indicando que las misericordias de Dios han sido renovadas, en tal sentido precisamos actuar en función a permitir que más almas lleguen a los caminos de la verdad, precisamos compartir por todos los medios este tipo de materiales, como el generado hoy en esta página, eso va a ayudar a que ocurra una transformación maravillosa en las vidas de todos los que decidan de corazón aceptar la invitación de Dios, a aceptar a Cristo como salvador universal y que nuestros nombres sean escritos en el libro de la vida.

 

 

Algunas características de un buen abogado son: justicia, honestidad, transparencia, lealtad, entre otras más, pero algo es cierto, si necesitásemos a un abogado buscaremos al mejor, es decir a aquel que no haya perdido ningún caso, en el texto de hoy vamos a comentar sobre un excelente abogado siendo presentado y ofrecido, su principal característica es la justicia, el termino justo venido del griego nos quiere indicar a alguien que juzga justamente, es decir a alguien que da a cada quien lo que le corresponde, aprobado por Dios, sin culpa, sin defecto, inocente, que actúa, piensa y siente conforme a la voluntad de Dios, esta voluntad es que tengamos una vida incontaminada del pecado, pero con todo Dios sabe que nuestra naturaleza es débil y corrupta, por eso nos dice que cuando caigamos podemos contar con la defensa de Cristo, en el tribunal celestial y sin sombra de dudas ese abogado jamás perdió una causa,  por eso aceptemos hoy a Cristo como nuestro abogado intercesor ante el Padre, entreguemos a él tomas nuestras causas, principalmente aquellas que consideramos perdidas y confiemos que esta intercediendo por nosotros en este exacto momento.

 

 

 

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Padre de Amor, ayúdanos a tener en nuestras vidas a ese abogado, saber que somos débiles y malos, pero si Cristo fuere nuestro abogado, nosotros seremos victoriosos en el tribunal divino, acepta nuestra causa, contribuye con nosotros. Son las peticiones que, en nombre de Jesucristo, tu hijo hacemos en nombre de quien todo lo concedes.

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