Juan 17:3 ¨ Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado.¨
Amados, que Dios alcance nuestros corazones en este momento y que la buena obra que inició en nuestras vidas pueda ser completada. Así como una buena alimentación contribuye al buen estado de nuestra salud física, el constante estudio y meditación sobre los textos bíblicos, los lleva a un nivel superior de espiritualidad, vamos a envolvernos en este habito y a compartir ls palabra por todos los medios para llevar a mas lugares este conocimiento.
Seguramente ya habremos parado para reflexionar sobre el origen de la vida, saber si ella comienza con la concepción o en el nacimiento, existen dudas respecto a este punto. Pero cuando hablamos de vida biológica, puede ser que ella se inicie en la concepción y tenga su continuidad en el nacimiento, pero hay que reflexionar sobre otro sentido de la vida, algo no biológico, sino espiritual, la vida de acuerdo al texto de hoy comienza cuando conocemos a Dios y a Cristo, pues es Jesús quien trae vida y de acuerdo con el evangelio de Juan, es vida en abundancia o vida eterna, nuestras vidas pudieran ser una simple existencia reducida solamente a nacer, crecer, reproducirse y esperar la muerte, pero pudiera no ser así si nosotros buscaremos el conocimiento de Dios y de Cristo, conocer a Dios significa familiarizarse con el y mientras mas familiarizados estamos con él, más abundante vida tenemos, al final conforme a lo que se mostró el día de hoy la vida eterna no es algo para el futuro, es algo que podemos vivir ahora, en el presente y eso ocurre cuando Cristo habita en nuestros corazones, cuando nosotros lo conocemos, aprovechemos el día de hoy para conocer más sobre Jesús por medio de la lectura de la palabra, de la meditación, de la oración y Cristo se presentara a nosotros como buen salvador.
OREMOS:
Padre de Amor, alabado y exaltado sea tu nombre, ayúdanos en este día para conocerte mejor, prepara nuestros corazones para servirte, contribuye con nosotros. Son las peticiones que, en nombre de Jesucristo, tu hijo hacemos en nombre de quien todo lo concedes.
Amen.