02 de Abril: El dolor del brillo

Daniel 12:3 ¨ Los entendidos resplandecerán como el resplandor del firmamento; y los que enseñan la justicia a la multitud, como las estrellas a perpetua eternidad. ¨

 

Amados, que la bendición siempre esté presente en nuestras vidas y que seamos cumplidos con todos los mandatos de Dios. Feliz día, precisamos agradecer a Dios por privilegiarnos al permitirnos estudiar su palabra para perfeccionar nuestro comportamiento y todo lo que se pueda perfeccionar, siempre en términos positivos. Obedezcamos el mandato de amor al prójimo, y compartamos este material.

 

 

Las piedras preciosas son admiradas porque son preciosas, ellas brillan y son eternas, la palabra ¨Piedra¨ en hebreo significa invencible, y eso se refiere a la incomparable dureza de estos sedimentos, pero para convertirse en diamantes, estos sedimentos precisan aguantar el calor y la presión, el llamado proceso de lapidación también, el diamante cuando es encontrado no es mantenido en su estado bruto, con impurezas e imperfecciones, pues no tendría gracia ninguna, por eso es que un ojo mal entrenado puede dispensar a una piedra preciosa, los diamantes requieren ser lapidados para que su belleza se destaque delante de las otras, ese es un proceso doloroso que lleva tiempo, el lapidador no trabaja a la ligera, él estudia con detenimiento la piedra, reserva el cristal y hace un buen pulimiento, Dios no hace un trabajo inferior al del lapidador, al pulir sus diamantes, el estudia a cada persona, ve la mejor manera de ayudarlo y obtiene la versión más preciosa de la piedra, entonces con su habilidad de lapidador, el coloca en forma a esas piedras, obteniendo joyas magnificas, el corte es la redención de la piedra, así que si sentimos dolor en la pulida, no reclamemos, recordemos que solo podremos brillar al ser bien lapidados, así que seamos sabios para brillar como las estrellas, por eso llevemos personas a Jesús, conduzcamos individuos al camino del bien, dando un buen ejemplo de conducta, seamos sabios, Dios quiere eso.

 

 

 

OREMOS:

 

Padre Amado, gracias por amarnos tanto, por perfeccionarnos a diario con tu buena enseñanza, queremos cumplir tu voluntad y ser agradables a ti. Apóyanos siempre. Peticiones que te hacemos en nombre de Jesucristo.

 

Amen.

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