2 Crónicas 16:9 ¨ Porque los ojos del Señor recorren toda la tierra para fortalecer a aquellos cuyo corazón es completamente suyo. Tú has obrado neciamente en esto. Ciertamente, desde ahora habrá guerras contra ti.¨
Amados, que el Señor nos bendiga y su paz este con todos. Feliz día, Que el Señor Jesús sea la luz que guie nuestro avance por este maravilloso camino a la salvación, todos los días. Compartamos este material con nuestro prójimo.
Una mirada siempre será algo importante en las relaciones personales, por ejemplo una pareja suele comunicarse mucho con ese tipo de expresiones, ese brillo en los ojos es maravilloso, igualmente también es muy marcante una mirada de reprensión, una mirada puede despertar en el receptor de esta, sentimientos y emociones, ahora imaginemos lo que despertaría en nosotros una mirada proveniente de Jesús, la biblia menciona muchas veces la mirada divina, que es totalmente diferente de la mirada humana, de acuerdo con el profeta Habacuc, la mirada de Dios es tan pura que no soporta ver la maldad, basta una mirada de Dios para que la tierra tiemble, el salmista dice que a pesar de que Dios este en las alturas, su mirada está atenta a los humildes de corazón, a él no le gustan los ojos altivos o arrogantes, pero ama la mirada de los humildes, y si hemos mirado con la mirada de Cristo, tenemos una mirada perdonadora. Mientras tanto nuestro padre celestial nos mira para animarnos, motivarnos, afirmarnos y salvarnos del peligro, cuando Jesús fue tentado en el desierto por el enemigo, Dios miraba a Jesús, a quien mantuvo firme para que no cayera en pecado, cuando Pedro negó a Jesús 3 veces, Dios lo miró de frente para darle una nueva oportunidad, esa mirada llevo a Pedro a las lágrimas y lo restauro, esa maravillosa mirada salvo a Pedro. ¿Cómo ha sido nuestra mirada para el prójimo?. Cuando nos sintamos abatidos por las circunstancias de la vida, recordemos la mirada maravillosa de nuestro Dios, una mirada que nos restaura, una mirada que nos fortalece y motiva a seguir en obediencia a la voluntad de Dios, para que nos apartemos de manera definitiva del pecado.
Oremos:
Padre amado, te alabamos y glorificamos porque nos beneficias con tus miradas, restaurándonos, fortaleciéndonos y motivándonos a seguir en el camino de la obediencia a tu voluntad. Ayúdanos siempre. Es la petición que te hacemos en nombre de Jesucristo.
Amén