Romanos 8:17 ¨ Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados.¨
Padre nuestro, que tu gracia y tu paz nos alcance en todo momento, agradecidos estamos por este maravilloso día, la oportunidad especial de compartir tu palabra bendita siempre es valorada por nosotros, deseamos agradarte mediante alabanzas considerando este texto como símbolo para tu glorificación, instrumento con el cual se pretende contribuir a la evangelización de tu pueblo.
Amados, cuando se habla de sucesión en términos de derecho, se hace referencia a la cualidad para poder sustituir a una persona natural en sus relaciones jurídicas desde el momento de su extinción física, por derecho natural esta cualidad principalmente debe ser asumida por los hijos y su ejercicio corresponde a cada uno de ellos en partes iguales, es importante saber esto pues, el versículo que hoy se estudia, nos indica que nosotros todos al demostrar la condición de hijos de Dios, mediante la obediencia a sus mandatos, la practica de la buena obra, el mantenimiento de las practicas espirituales que promuevan el desarrollo de un vínculo de conexión continua con nuestro creador y practicando en ejemplo de conducta dejado por Jesús, conseguimos además de ser reconocidos como hijos de Dios, obtenemos una parte de derecho para continuar su obra de bondad dentro de este mundo pecaminoso, donde adversidades inevitablemente llegan pero también pasan trayendo bendiciones para que podamos alcanzar un nivel superior de espiritualidad. La idea es jamás desistir de caminar por el sendero de bien, donde continuamente mejoraremos y haremos de este mundo un lugar mejor. Siguiendo lo estipulado en el versículo, todo este actuar en la obra de bondad nos hará alcanzar gloria, pero más allá de eso, tenemos que mostrar una postura menos materialista en ese sentido y solo realizar la buena obra por el simple placer de ayudar a que nuestro prójimo fije la mirada en las cosas de lo alto.
OREMOS:
Padre adorado, tú conoces todo sobre nosotros, perdona nuestros pecados y ofensas, calma aquellas pasiones que nos alteran, permítenos orar continuamente actuando según tus mandatos, para recibir todo aquello que nos prometes y esperamos, ayúdanos a confiar más en ti en cada segundo de nuestras vidas. Peticiones que hacemos en nombre de Jesucristo, tu hijo en nombre de quien todo lo concedes.
Amen