Salmos 46:4 ¨Hay un río cuyas corrientes alegran la ciudad de Dios, las moradas santas del Altísimo.¨
Que la paz de Dios sea con todos, y sus misericordias se extiendan sobre nosotros, como siempre es un placer estar aquí reunidos para estudiar la palabra de Dios, porque cuando tenemos presente sus disposiciones, podemos actuar de manera agradable a Dios, y, compartir con nuestro prójimo esas buenas enseñanzas, principalmente, mediante la predica por medio del clic, tengamos ánimo y llevemos por ese medio este material a todo lugar.
Jesús en el cielo tiene una ciudad para nosotros, él la está reformando constantemente, mejorando su construcción, se trata de la Nueva Jerusalén, mencionada en este versículo por el salmista David, en esta ciudad dorada, existe un rio, de aguas puras, cristalinas y apetecibles de disfrutar, o hasta consumir, a diferencia de la primera Jerusalén, la Jerusalén de los tiempos de Jesús, en esta Nueva Jerusalén a orillas del Rio que pasa por el centro de la ciudad, se encuentra el árbol de la vida, ese mismo árbol que produce 12 frutos y que les fue negado a Adán y Eva, por haber cometido pecado de desobediencia, pero a la segunda venida de Jesucristo, ese árbol tendrá acceso permitido, y podremos tener la posibilidad de comer de {el para perpetuar nuestras vidas, sin embargo, para tener ese acceso maravilloso, necesitamos hacer la voluntad de Dios en nuestras vidas, para ser bendecidos y lograr ese objetivo. En tal sentido, cuando surjan dificultades en nuestras vidas, en lugar de alterarnos, en lugar de angustiarnos y desesperarnos para tomar acciones inapropiadas, mejor pensemos en las promesas de Dios, llenemos nuestros pensamientos del amor de Dios, de los dones del Espíritu Santo, de las enseñanzas de Jesús, así mantendremos buen ánimo, que es algo fundamental para motivarnos a realizar buenas obras, y continuemos alabando a Dios, brindando un ejemplo de buena conducta al prójimo, sin desesperación, porque en cualquier momento va a materializarse en el nombre de Jesús, la bendición en nuestras vidas, solo es preciso creer y obrar conforme a la voluntad de Dios. En este día, pensemos en ello.
OREMOS:
Padre Adorado, te alabamos por muchos motivos, y te agradecemos por estar siempre allí para ayudarnos y socórrenos, fortalece nuestra fe, para continuar avanzando en tus caminos, y agradándote con nuestras conductas. Favorécenos siempre. Peticiones que hacemos en nombre de Jesucristo.
Amén