26 de Febrero: De todo corazón

Jeremías 29:12-13  ¨Entonces me invocaréis, y vendréis y oraréis a mí, y yo os oiré; y me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón.¨

 

Amados, Dios nos ha bendecido permitiéndonos estudiar esta palabra, para proceder en este día conforme a su voluntad y brindar un buen ejemplo al prójimo. Recordemos siempre, que necesitamos perdonar, para liberarnos de negatividades y estar más tranquilos cada momento. Difundamos esta palabra al prójimo que está necesitado de ella.

 

 

En nuestra jornada espiritual, hay unos pilares que son incuestionables, y, fundamentales, sin ellos se hace muy difícil relacionarse con Dios, y, servirle, nosotros podemos citar el propio estudio de la biblia, el testimonio personal, el desarrollo de nuestros dones, u, talentos, entre otros, pero nuestro foco hoy, es el punto de la oración, de las varias definiciones sobre la oración, tal vez la mejor y la más común es: Orar es hablar con Dios. Alguien dijo que: ¨Orar es el teléfono del cielo en nuestras manos¨, la biblia trae innumerables relatos de hombres y mujeres, fieles a Dios, que oraron y vieron la milagrosa acción divina, incluso en nuestros días son diversos los testimonios e historias, donde Dios responde a suplicas y a oraciones hechas por gente común, veamos que hasta ahora la historia está bien bonita,  pero no es novedad que nuestra vida aquí en la tierra, incluso al lado de Dios, ella no será solo de alegrías, y, camaradería, Cristo mismo dijo que aquí tendríamos aflicciones, pero lo que no entendemos es cuando nuestras oraciones tienen parte y causa en tales aflicciones, ¿Quién de nosotros nunca ha tenido la sensación de orar y no obtener respuestas?, a veces nos frustramos y desistimos de la oración, porque pensamos que ella es un fin, que al cerrar los ojos, y, hablar con Dios, las cosas acontecerán. Pero no malinterpretemos, sabemos que es necesario Dios en su misericordia, y, omnipotencia, puede parar al sol, y todo lo que quiera, también sabemos que nuestra fe es pequeña y limitada, después de todo Dios puede actuar inmediatamente, pero debemos entender que la oración en si misma no es un fin, ella es un medio, un medio para abrir el corazón hacia Dios, sin miedo de ser juzgados, entonces oremos más, abramos el corazón a Dios, porque el va a favorecernos, cumpliendo la promesa contenida en este texto bíblico.

 

 

 

OREMOS:

 

Padre amado, gracias por estar siempre allí, para atendernos, y, favorecernos, ayúdanos a seguir cumpliendo tu voluntad, y, ser mejores siervos cada vez. Peticiones que hacemos en nombre de Jesús.

 

Amen.

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