Salmos 32:3 ¨ Mientras callé, se envejecieron mis huesos En mi gemir todo el día. ¨
La paz de Dios sea con todos. Nuestro Dios nos da felicidad y alegría genuina, pensemos en sus promesas y obremos para hacer su voluntad, esas cosas valen la pena y son merecedoras de alabanza y elogio, por tanto, enfoquémonos en tener presentes las disposiciones de nuestro Dios, las demás cosas no nos convienen porque solo nos dañan y están fuera de lugar. En este sentido, vamos a compartir este material para bendecir al prójimo.
La historia de David nos da una lección muy especial, provocada por un dolor producido por un pecado no confesado, donde después de involucrarse con Betsabe y haber ordenado la muerte de Urías, David se rehusó a confesar su pecado, sin embargo, así intentara barrer por debajo del tapete, las cosas no estaban bien, tal vez trato de convencerse a si mismo de que el tiempo curaría todos los males, en su negativa de arrepentirse David estaba luchando contra el mal por sus propias fuerzas, la angustia no aliviaba el espíritu, más bien acabo con su salud física, así los engranajes de la vida estaban fuera de sincronía, los días de tranquilidad estaban en el pasado, y las perspectivas eran tan desagradables como la aridez del desierto, si estamos viviendo una realidad parecida con la de David, pidamos perdón, quizá hayamos herido a un amigo o amiga, o a cualquier persona, lo importante es que no dejemos pasar la oportunidad de pedir perdón, busquemos reconciliación, no permitamos que nuestros huesos se sequen por no confesar nuestros pecados a Dios, que es el único que puede perdonarnos, solo Dios puede devolvernos la alegría cuando tenemos el corazón quebrantado, en ese sentido David nos indica que es muy bueno disfrutar de la felicidad que proveer el favor divino, hasta que no hayamos confesado nuestros pecados. Los huesos de David no estaban siendo consumidos solo por la edad, pero si por las tormentas en su mente, por eso Dios anhela perdonarnos, y así como perdono a David, nos perdonara a nosotros, para que la felicidad vuelva a nuestras vidas.
OREMOS
Padre querido, perdona todas nuestras faltas, nuestros pecados, las veces que nos hemos desviado de tus caminos, queremos seguir siendo felices por causa de nuestra fe en ti, que podamos eliminar toda depresión y sentimiento negativo que pueda afectarnos, y que esta alegría que hoy nos das, podamos reflejarla a nuestro prójimo.. Ayúdanos siempre. Así pedimos en nombre de Jesucristo.
Amén