Jeremías 48:10 ¨Maldito el que hiciere indolentemente la obra de Jehová, y maldito el que detuviere de la sangre su espada.¨
Dios querido, hoy dando cumplimiento con las previsiones de tu palabra, estamos siguiendo con apego tu mensaje para agradarte, llevando el amor para con nuestro prójimo, ese amor que nos muestras cada día. Continuamos predicando y orando sin cesar para llevar la palabra de salvación. Bendice este texto y que cumpla los fines evangelizadores consiguiendo transformaciones positivas, una lluvia de bendiciones en todos aquellos que consiguen imprimir en sus corazones tu mandato.
Amados, la obra de Dios consiste en un conjunto de prácticas que exigen respeto para obtener un mayor grado en el esquema de la santidad, pero en el entorno se notan individuos que deterioran la realización de esta labor, haciendo de manera negligente el trabajo, evitando comprometerse en este ámbito o incluso, manipulando las escrituras para influenciar a las personas a cumplir fines que les son propios, siendo esta es una de las situaciones a las que se refiere el versículo, puesto a que realizar la obra de manera relajada y negligente, consiste descuidar la rectitud en el camino. Entonces, si nos hemos dispuesto a llevar la palabra, a realizar las cosas que le son agradables a Dios, tenemos que cuidar de que todos los extremos sean llenados completamente, realizando una labor de calidad, que aunque sea un trabajo voluntario, lejos de una recompensa final, nos coloca en una mejor posición con nuestro Dios. En ese sentido, tomemos la responsabilidad por realizar de manera correcta las diversas operaciones dirigidas a extender la gracia de Dios en el planeta y convertirnos en embajadores de su reino.
OREMOS:
Dios Amado, agradecemos el sacrificio de haber enviado a tu hijo Jesús para establecer el orden exacto, redimiendo todos los pecados de la humanidad, permitenos seguir el ejemplo de Jesús, perseverar en tus caminos para lograr esa dadiva de salvación eterna que tienes para nosotros, fortalece nuestras almas para vencer a la carne, y superar cualquier ataque enemigo. Peticiones que hacemos en nombre de Jesucristo, tu hijo en nombre de quien todo lo concedes.
Amen
INTERACTUEMOS:
Amados, cuando pronunciamos la oración primigenia, recopilamos el conjunto de peticiones importantes para mantener una continuidad en el camino de Dios. Realizar este acto cotidianamente además de fortalecer nuestra conexión con el Padre, se convierte en un acto de ayuda para el prójimo, por el cual intercedemos en nuestras oraciones.