Psicológicamente está comprobado que, inevitablemente dentro de las fases de cualquier tipo de relación, el inicio suele ser la mejor parte pero mientras se va desarrollando la interacción con el día a día, se observan los aspectos relacionados de ella, y la emoción de la relación va decayendo. Entonces, es allí cuando nuestra motivación comienza a flaquear, y, si no es atendida a tiempo, puede generar un hecho que termine trayendo como consecuencia la muerte de la relación.
Y, quizá la causa sea que ya se haya encontrado la utilidad que se deseaba o cualquier otra, sin embargo, es un modo inadecuado de pensar. Nos referimos a la relación con Dios, porque a veces tenemos hermanos en la fé, que comienzan a presentar síntomas de frigidez espiritual como, dejar de realizar oraciones, evitar el ayuno, andar en actos contrarios a los principios bíblicos, manteniendo pensamientos distantes en el culto, sintiendo una verdadera falta de gozo con la ejecución de actividades relacionadas con Dios, y ellos constituye un hecho lamentable. Pero cuando ocurre esto, nosotros como hermanos evangelizadores, debemos acercarnos a nuestro semejante para conocer la causa de ese decaimiento, para lograr socorrerle y colocarle nuevamente en el camino de la verdad.
¿Qué puede aportar en este aspecto?