Todos los días son perfectos para alabar a Dios, abrazando su palabra e imprimiendo sus mandatos en nuestros corazones. Cuando aceptamos andar por los caminos de Dios, las cosas del mundo mueren para nosotros, deduciéndose que es incompatible recaer en tentaciones y pecar, cuando nuestro norte es la búsqueda de una vida en santidad que nos lleve a la salvación eterna. Pues debemos tener claro que los deseos mundanos son obra del enemigo que pretenden alejarnos del camino de Dios.
Por tanto, debemos ser fieles a nuestra decisión de vivir conforme a los mandatos establecidos en la palabra biblia y mantenernos sujetos a sus resultados de bendición. Recordando a su vez, que la espera en el señor constituye un placer, que nos prepara para recibir la dádiva de Dios.