Las personas somos susceptibles a ser influenciadas con la visión genérica del mundo sobre el significado de éxito, según la cual el éxito contempla la adquisición de bienes patrimoniales y bienestar, olvidando a nuestro Dios. Sin embargo, el éxito proviene de Dios y si lo dejamos fuera de nuestros planes, el éxito no será posible. Dios planea que triunfemos, en ese sentido nos ha otorgado las herramientas para lograr ser el tipo de persona capaz de realizar la obra para la cual nos ha llamado, realmente en ello consiste el éxito que Dios nos ha prometido. Por tal motivo, debemos perseverar en el camino, no nos perdamos. Recordemos siempre andar por la senda de Dios, según las prerrogativas de su palabra y mantenernos en oración para que se logre la manifestación divina en nuestro entorno.
Para concluir, se exhorta a reconocer a Dios en todas las victorias que se obtengan, para que sirvan de testimonio en glorificación a su presencia en nuestras vidas.