Filipenses 2:3-4 ¨ Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo; no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros.¨
Amados, que la bendición de Dios sea con todos. Hoy tomemos acción para realizar cosas buenas, y, en ese camino sigamos realizando acciones de bien, porque ello nos conducirá a un resultado agradable a Dios, y, además, nos va a permitir reflejar al prójimo, que Dios esta presente en nuestras vidas, eso los motivara a conocer y andar por los caminos de Jesucristo, para alcanzar al padre. Ahora mismo, podemos iniciar este trayecto, compartiendo están líneas con nuestro prójimo, y, estaremos extendiendo esta bendición.
La humildad es más que evitar el orgullo, se trata de reconocer nuestra dependencia de Dios, u, valorar la relación que tenemos con nuestro Padre Celestial, Este texto bíblico, es una especie de balde de agua fría, porque vivimos en un tiempo de tanto orgullo y vanidad, el apóstol Pablo dice que debemos ser humildes, considerando a los otros como mejores a nosotros mismos, no teniendo en vista nuestros propios intereses, sino siempre pensando en el interés de los otros, estas palabras nos llaman a vivir de una manera que refleje el carácter de Cristo, este es el mejor ejemplo de humildad que tenemos, la humildad nos inspira a servir y dar sin esperar reconocimiento, o, recompensa, en nuestro día a día, eso puede traducirse en actos simples como oír atentamente a los otros, ofrecer nuestro tiempo sin buscar beneficios personales, o, el simple acto de priorizar las necesidades de los otros, antes de las nuestras, esos gestos aunque pequeños tienen un impacto profundo en cómo vivimos el evangelio en nuestras vidas, en nuestra búsqueda por la humildad es esencial reconocer que no podemos alcanzarla por nuestras propias fuerzas, Dios en su infinita sabiduría y amor, está dispuesto a cultivar un corazón humilde, y, hablando de humildad, es fácil parecer humilde, difícil es ser humilde, es fácil tener la apariencia de piedad, lo difícil es tener un corazón piadoso, pero al aproximarnos a Dios, pidiendo su ayuda y dirección, DIOS nos concede la gracia necesaria, para ver más allá de nosotros mismos, y, priorizar el bienestar de los otros, por medio de la oración y el estudio de la palabra de Dios, con disposición de seguirla, encontramos la fuerza para adoptar una genuina humildad en todos los aspectos de la vida, reflejando la naturaleza de Cristo, que se humillo por nosotros.
OREMOS
Padre amado, clamamos a ti en este momento para que nos llenes de humildad, nosotros queremos agradarte de esa manera y ser mejores siervos cada día, para contar con tu favor. Contribuye con nosotros. Te lo pedimos en el nombre de Jesucristo.
Amén.