18 de Septiembre: La Mujer Adultera

Juan 8:7-11 “Y como insistieran en preguntarle, se enderezó y les dijo: El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella. “ – “E inclinándose de nuevo hacia el suelo, siguió escribiendo en tierra. “-“Pero ellos, al oír esto, acusados por su conciencia, salían uno a uno, comenzando desde los más viejos hasta los postreros; y quedó solo Jesús, y la mujer que estaba en medio.“-“ Enderezándose Jesús, y no viendo a nadie sino a la mujer, le dijo: Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó? “-“Ella dijo: Ninguno, Señor. Entonces Jesús le dijo: Ni yo te condeno; vete, y no peques más. “

 

 

 

 

 

Amados, que la bendición siempre esté presente en nuestras vidas y que seamos cumplidos con todos los mandatos de Dios. Feliz Día, este es un tiempo de alerta, siempre debemos estar atentos, porque vivimos una constante y eterna guerra contra los ataques del enemigo, que nos expone a ellos para sacarnos o desviarnos del camino de Dios, pero precisamos correr a refugiarnos en los brazos de nuestro Padre Celestial, precisamos estudiar y reflexionar, debemos dar constante mantenimiento a nuestra espiritualidad para que se desarrolle hermosa, como una planta que recibe cuidados diarios, y la cual llega a enorgullecernos cuando la mostramos, de esa misma manera con el desarrollo de nuestra espiritualidad, será un orgullo invitar a otros a seguir el camino de salvación. Compartamos este material.

 

 

Hoy vamos a conversar un poco sobre la mujer adúltera, la historia es pequeña pero es muy rica en lecciones espirituales, en el Evangelio de Juan es dicho que Jesús fue al monte de los olivos, ese era un lugar que Jesús amaba, era su refugio de oración, la verdad la oración era el lugar de refugio de Cristo, mientras más la situación se complicaba, él más oraba, el maestro es nuestro ejemplo también en eso, y bueno, la mujer que fue llevada ante Jesús, era culpable, la biblia dice que ella fue sorprendida en adulterio, ella estaba quebrando el séptimo mandamiento de la ley de Dios, y colocada esta delante de Jesús, los espectadores, esperaban agarrar a Jesús en una contradicción, porque si el liberase a la mujer, el estaría violando o anulando las leyes de Moisés, por otro lado si el hubiere condenado a aquella mujer él estaría colocándose encima del poder del imperio romano, pero Jesús estaba viendo allí el inicio de una nueva vida, todo parecía perdido para la mujer, por eso el Señor la sorprendió así como él nos sorprende, así que Jesús hizo algo que nadie imagino, el comenzó a escribir en la arena, el maestro no respondió inmediatamente a quienes acusaban a la mujer, ¿será que Jesús estaba sin respuesta?, es obvio que no, solo era para calmar los ánimos que hizo esa pausa, a veces el silencio es la mejor respuesta a un insulto, es necesario saber la hora de hablar y la hora de callar. Bendito sea Cristo, que le dijo a la mujer finalmente que él tampoco la condenaba, con mucha sabiduría dio esa respuesta,  y no lo hizo porque todo pecador es amado, pero Jesús le dijo: ¨Vete y no peques más¨,  porque todo pecado es odiado, pero por el poder de Dios es vencido en la vida de sus hijos, mientras muchos nos señalan con el dedo, Jesús nos extiende la mano, quizá nos sintamos hundidos, desesperados, por el hecho de haber caído en el mismo error, el mismo Cristo que restauro a aquella mujer, y dio una nueva oportunidad, él puede hacer lo mismo con nosotros, solo basta buscarlo y dejarlo actuar en nuestras vidas. Que Dios nos bendiga y que cumplamos su voluntad.

 

 

OREMOS:

 

Padre querido, gracias por esa manera de amarnos y por esta historia de la mujer adúltera, la cual fue perdonada pero alertada de que no debía volver a pecar, a ella se le dio un nuevo chance, y hoy te pedimos que nos otorgues una nueva oportunidad porque nos sentimos desesperados por haber caído nuevamente en el pecado, pero por tu poder superaremos esta condición y seguiremos andando en el rumbo a la salvación. Colabora con nosotros. Es nuestra oración hoy, que hacemos en nombre de Jesucristo tu hijo, en nombre de quien todo lo concedes.

 

Amen.

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