2 Corintios 1:4 “el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios. “
Amados, que la Paz de Dios sea con todos. ¡Hoy es un día maravilloso!. Donde estamos reunidos aquí, para nutrir muestras almas, con la palabra de Dios. Con fe, juntos vamos a superar los límites, y, llevar su mensaje a nuestros hermanos. Tengamos presente, que: aunque estemos en medio de dificultades, si permanecemos cerca de Dios, encontraremos bendiciones a lo largo del camino. Mostremos nuestro amor al prójimo, compartiendo este material, y, sirviendo de esta manera.
Es interesante que el pensamiento del Apóstol Pablo sobre el consuelo, muestra que el ser consolado no es el fin del proceso, pero si el comienzo, a partir del consuelo que Pablo recibía de Dios, el conseguía consolar a otros, que también sufrían cualquier tipo de tribulación, pero la manera correcta de consolar, o, las palabras que deben ser dichas, no las conocemos, sin embargo, alguien que entrego el consuelo, y, también fue consolado fue el propio Señor Jesucristo, cuando Cristo estaba en el jardín del Getsemaní, un poco antes de su sacrificio, el sintió una angustia profunda, y, mientras lloraba un ángel le apareció, y, lo consoló, en seguida, aunque sufriendo, colgado en una Cruz, el Salvador del mundo, se preocupo por consolar a su madre, como lo podemos leer en Juan 19:26 ¨ Cuando vio Jesús a su madre, y al discípulo a quien él amaba, que estaba presente, dijo a su madre: Mujer, he ahí tu hijo.¨, sabiendo que María quedaría dolida por la partida de Jesús, él la consoló diciéndole que no estaría sola, pues, ahora tendría un nuevo hijo que la amaría, y, protegería. Jesús estaba allí pidiéndole a Juan, el discípulo amado que cuidara de su madre. Percibamos que ese consuelo, no corresponde a un discurso motivador, o, charlas de impacto, que alivian inmediatamente el dolor de alguien, por el contrario, el consuelo divino, no es garantía de cambio en el estado emocional, pero es la paz, la paz de saber que Dios, está en control, y, que él no deja a sus hijos solos. El mayor consuelo, que podemos ofrecerle a alguien, no está en palabras, pero si en actitudes, estar presente en los momentos de angustia, ofrecer un hombro para llorar, hasta llorar juntos, son gestos que jamás son olvidados, quizá hemos pasado por momentos de angustia. Recordemos que Dios envía ángeles ¨entre comillas¨, para consolarnos, y, darnos paz, quizá existen personas sufriendo al rededor de nosotros, ofrezcámosles el consuelo del cielo, estemos presentes y disponibles para ayudar, es hermoso, cuando nos colocamos en las manos de Dios, y, Dios nos usa, para bendecir.
OREMOS:
Padre Amado, consuélanos, que tu espíritu consolador habite en nuestros corazones, y, que la habitación de él, sea tan real que el transborde, que ese consuelo pueda alcanzar a otros que sufren, para que ellos sean bendecidos, con nuestras vidas, y, nuestras palabras. Contribuye con nosotros. Peticiones que hacemos en nombre de Jesucristo, tu hijo en nombre de quien todo lo concedes.
Amen