18 de Diciembre: ¿Desesperado?

Mateo 27:45-46 ¨ Y desde la hora sexta hubo oscuridad sobre toda la tierra hasta la hora novena. Y alrededor de la hora novena, Jesús exclamó a gran voz, diciendo: Elí, Elí, ¿lema sabactani? Esto es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?¨

 

Amados, que la Paz de Dios este con todos, y, que seamos bendecidos a diario, hay mil maneras de hacer las actividades, pero siempre es mejor, buscar las recomendaciones bíblicas, que van a guiarnos a realizar prácticas agradables a Dios, por ejemplo, en Romanos 31:3-7, la madre de Lamanuel, le instruye para apartarse de conductas y prácticas, que resultan inconvenientes para los reyes, con ese mismo amor, el amor de un creador, para con sus hijos, es que Dios nos da recomendaciones, y, lecciones, lindas para que vivamos una mejor vida, sin embargo, mucho mejor que solo conocerlas, es practicarlas. Vamos a practicar la instrucción de Dios, compartamos este material, y, distribuyamos bendición.

 

 

Es útil iniciar este estudio, comentando que: Cualquier alteración, que nos saque del estado de paz, y, el mantenimiento de la fe, es algo con lo cual ofendemos a Dios, procuremos no caer en desespero, porque Dios tiene la última palabra, y, el prometió que no dejara caído al justo. En este texto bíblico que encabeza el material, Mateo nos está narrando un momento dramático de la vida de Cristo, el momento de cuando el Señor Jesús estaba entregando su vida en la Cruz del Calvario,  por nosotros, el momento de cuando Cristo estaba recibiendo su sentencia, nuestro castigo de muerte, el momento cuando Cristo estaba haciendo un cambio, porque el recibía nuestro castigo, colocándose en nuestro lugar, y pasándonos el derecho que el conquisto de la vida, por haber vivido en este mundo como ser humano, pero nunca haber condescendido con el pecado, nunca haber transgredido la ley de Dios, Jesús como hombre merecía vivir,  por eso él fue al calvario para hacer un cambio, recibir nuestra sentencia, y, entregarnos su derecho, por eso sea glorificado el nombre del Señor, y, Mateo dice: Cuando Jesús estaba en la Cruz, en determinado momento, el clamo en alta voz diciendo, ¨Dios mío, Dios mío, ¿Por qué me desamparaste?¨, la pregunta es: ¿Por qué ese silencio del Padre?, quizá sea porque la explicación era compleja, quizá era porque no lo había desamparado, sino que todo estaba arreglado, o, por cualquier motivo, la cuestión es que en aquella hora, todos los pecados de la humanidad, eran simbólicamente transferidos para Cristo, y, el pecado separa de Dios. Se establece en 2 Corintios 5:21 ¨ Al que no conoció pecado, le hizo pecado por nosotros, para que fuéramos hechos justicia de Dios en Él.¨, el ocultamiento del rostro del padre, fue el trago más amargo de cáliz,  que el Señor bebió por nosotros,  en otras palabras, el dolor sentido por Cristo, por la supuesta separación del Padre, fue muy dura para él, que el dolor causado por los clavos que los romanos le clavaron en sus manos y pies,  nuestro Señor paso todo eso por nosotros, por tal motivo, precisamos valorar su sacrificio, seguir sus caminos, y, obedecer a la voluntad de Dios, jamás creamos que nuestro Padre nos ha abandonado, todo está arreglado, el justo nunca va a quedar caído, ha sido una promesa, que se va a cumplir con toda seguridad.

 

 

 

Oremos:

 

Amado Padre, gracias por prometer y cumplir tantas cosas hermosas en nuestras vidas, gracias por ese privilegio de ser salvados por Jesús en la Cruz, y, además, te agradecemos por el honor que nos das al permitirnos practicar tu voluntad. Queremos cumplir contigo, ayúdanos siempre. Así pedimos, en nombre de Jesús.

 

Amen.

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