Marcos 7:8 ¨ Porque dejando el mandamiento de Dios, os aferráis a la tradición de los hombres: los lavamientos de los jarros y de los vasos de beber; y hacéis otras muchas cosas semejantes.¨
Señor todopoderoso, agradecemos por permitirnos otra vez compartir tu palabra bendita, indicando aplicaciones a la realidad actual, sobre cada versículo que compone la sagrada biblia, extiende tu gracia y bendición sobre el texto en desarrollo para que cumpla con los fines evangelizadores previstos.
Amados, vamos a esparcir la felicidad esa es una de las mejores cosas que podemos hacer para expresar amor al prójimo, procuremos llevarle constantemente el mensaje de esperanza, prediquemos el evangelio real, donde con acciones materialicemos las disposiciones del padre. En el versículo de hoy, Jesús hablaba con los fariseos, nosotros estamos expuestos al riesgo de caer en los mismos errores que los fariseos caían. Recordemos que muchos de ellos eran sinceros, personas de bien, pero que estaban enfocadas en tradiciones de hombres, olvidando los mandamientos de Dios, nosotros debemos recordar aquello que el Apóstol Pablo, dijo: ¨El mandamiento es sabio, justo y bueno ¨, los mandamientos de Dios expresados por Jesús, constituyen la misión de la iglesia, y fijan conductas que son agradables al padre, las cuales nos permiten vivir en santidad, teniendo comunión con nuestro creador. Así, Dios tiene reglas y normas, las cuales son descritas en la biblia, el cual es una tabla de salvación en este mundo confuso, de constante exposición al pecado donde vivimos. Cuando nosotros pautamos nuestra vida en la palabra bíblica, en seguir el ejemplo dejado por Jesús, todo en nuestra vida cambia para mejor, así todos es restaurado, solucionado por obra de Dios. De manera que la invitación es que pautemos nuestras vidas en la palabra de Dios para que los milagros ocurran y las bendiciones lleguen a nuestras vidas, el nos dirá que es lo mejor y eso nos hará mas felices.
OREMOS:
Padre de bondad, ayúdanos a obedecer tus mandatos, que nuestra religión sea espiritual y no vacía, para que de ese modo seamos capaces de percibir las dadivas que nos otorgas. Así pedimos, en nombre de Jesucristo tu hijo, en nombre de quien todo lo concedes.
Amen.